Clasificación histórica

El tema de la discapacidad, así como las estrategias de atención a las personas con discapacidad han sido abordadas desde diversos paradigmas o modelos.

Haremos referencia a los tres paradigmas que engloban las posturas más habituales en el tema de la discapacidad: el paradigma tradicional, el paradigma médico-biológico y el paradigma social.

EL MODELO DE PRESCINDENCIA
Tal como su nombre indica, durante la Antigüedad y la Edad Media, la actitud más común hacia la discapacidad era la prescindencia. Ya sea por haber
recibido un castigo de los dioses o bien por considerarse que las personas con discapacidad no tenían nada que aportar a la comunidad, se asumía que sus vidas carecían de sentido y que, por lo tanto, no valía la pena que la vivieran.

En efecto, puntualiza Agustina Palacios que este modelo se explica a partir de dos presupuestos, uno relacionado con la causa de la discapacidad y otro con el rol del discapacitado en la sociedad. Respecto del primero, propone que las causas que daban origen a la discapacidad eran religiosas. A saber, un castigo de los dioses por un pecado cometido generalmente por los padres de la persona con discapacidad, o bien una advertencia de la divinidad que –a través de una malformación congénita– podía estar anunciando que la alianza ancestral se había roto y que se avecinaba una catástrofe.

En cuanto al segundo presupuesto, que identificaba el rol de la persona con su utilidad, partía de la idea de que el discapacitado no tenía nada que aportar a la sociedad, que era un ser improductivo y, por consiguiente, terminaba transformándose en una carga tanto para sus padres como para la misma comunidad ( Véase Palacios, A. (2008), p. 37.)

¿qué solución solían practicar una vez detectado un caso de anomalía física o mental?
Según Palacios, a raíz de la condición de castigados e innecesarios que rotulaba a los discapacitados, surgieron dos consecuencias que dieron origen a dos submodelos dentro del modelo de prescindencia: el eugenésico y el de marginación. Así, si bien desde ambos submodelos se prescindía de las vidas de los niños discapacitados, en el primero –característico del mundo griego– la solución estaba enfocada hacia la eliminación del niño dándole muerte; mientras que en el segundo –puesto en práctica con la introducción y expansión del cristianismo– dicho objetivo se alcanzaba mediante la separación o el alejamiento del recién nacido del núcleo social.

Incluso en el mundo clásico, el trato dado a quienes nacían con una discapacidad no era igual que el recibido por aquellos que la adquirían durante la adultez. Coinciden las fuentes en que, cuando la discapacidad era congénita, se consideraba necesaria la eliminación de la persona, evitándose de aquel modo que crecieran niños débiles o deficientes.

Según cita Platón:

“digo, pues, que ya ha sido sentado el principio de que los mejores de cada sexo deben unirse con los mejores con tanta frecuencia, y los inferiores con los inferiores tan rara vez, como sea posible; y que es preciso criar a los vástagos del primer tipo de unión, pero no del segundo, si la estirpe se ha de mantener en condiciones óptimas.

Los funcionarios pertinentes llevarán los hijos de los padres selectos al redil o guardería, y allí los depositarán en manos de ciertas nodrizas que habitarán un cuarto separado; pero los vástagos de los inferiores, o de los superiores cuando hayan nacido deformes, serán rechazados”

Platón, República, 459e.

Según Aristóteles :

“en cuanto a la exposición o crianza de los hijos, debe ordenarse que no se críe a ni uno defectuoso”

Aristóteles, Política, 1335b 21-22.

En el pensamiento de estos filósofos esta una mentalidad que pensaban que el ciudadano se debía a la polis, y si estos no tenían nada que ofrecer a la ciudad, no eran valorados y por tanto no eran necesarios y debían morir.

Séneca, tampoco , no trataba de disimular su animosidad hacia la diversidad funcional, pues afirma

“gran aversión hacia este tipo de persona calamitosa”

y reconoce que “ha permanecido como una carga hereditaria” en su casa. por otro lado parece que no le convencía que la discapacidad fuera objeto de burla.

Véase Séneca, Cartas morales a Lucilio, De la amistad, Carta L, 2.

El cristianismo rechaza el infanticidio por lo que empieza a verse un cambio hacia la visión de los discapacitados, de hecho se encargaban en asilos de los niños/as con diversidad funcional que habían sido abandonados por sus padres.

Palacios dice que a partir de este submodelo, y especialmente en los primeros siglos cristianos, los discapacitados –aunque marginales– cumplen un rol en la sociedad: ser mendigos para que los ricos pudieran dar limosnas y así alcanzar la salvación, además de constituir la atmósfera perfectapara que la Iglesia hiciera milagros.

Sin embargo, hacia la Baja Edad Media, a raíz de la peste negra, comienza a asociarse a los discapacitados con pobreza.

También vemos referencias sobre las personas con discapacidad, en el Antiguo Testamento las personas con diversidades funcionales eran consideradas impuras y, por ejemplo, no podían acercarse al lugar de los sacrificios, en el Nuevo Testamento, en cambio, Jesús viene a enseñar la caridad y la gratuidad, insertando a todos en la sociedad.

EL MODELO MÉDICO O REHABILITADOR
A principios del siglo XX, a raíz de la Primera Guerra Mundial y de la introducción de las primeras legislaciones en torno a la seguridad social, el concepto de discapacidad asiste a un cambio de paradigma. En efecto, y aún cuando se pueden encontrar algunas transformaciones en los siglos anteriores, fueron los millares de soldados mutilados durante la Gran Guerra, por un lado, y el auge de las leyes laborales, por otro, los que verdaderamente modificaron la forma de entender la diversidad funcional: los impedimentos físicos y mentales dejaron de ser considerados castigos divinos y comenzaron a entenderse como enfermedades que podían recibir tratamientos, por lo que, las personas aquejadas de alguna dolencia, no necesitaban ser marginadas de la sociedad.

Fue así cómo el modelo de prescindencia pasó a ser sustituido por el modelo médico o de rehabilitación, cuyos fundamentos impregnan la mentalidad común hasta el día de hoy.

Hablar de discapacidad, desde la concepción de los paradigmas, tradicional y médico-biológico, implica, también, hablar de una construcción social que ubica a unas personas en condiciones de una supuesta superioridad sobre otras; así, de acuerdo con la presencia o ausencia de ciertos rasgos, la persona puede ser titular de derechos o dejar de serlo

(Díaz Castillo y Muñoz Borja, 2005).

Este proceso es producto de la dinámica social que ha asociado imágenes de incompetencia y descalificación a las personas con discapacidad, lo cual, al igual que con cualquier otro grupo víctima de discriminación, limita y configura la identidad personal, que, a su vez, restringe la interacción del individuo con su entorno y lleva a un ciclo caracterizado por la exclusión y la discriminación.

los presupuestos en los que se basa este nuevo paradigma son dos, uno relacionado con las causas de la discapacidad, y el otro con el rol de la persona en la sociedad: en primer término, las causas de la discapacidad ya no son religiosas sino científicas y, en segundo lugar, las personas con discapacidad dejan de ser consideradas inútiles respecto de las necesidades de la comunidad y, siempre que sean rehabilitadas, pueden tener algo que aportar.

Véase Palacios, A. (2008), p. 66

Este modelo lo que pretende es cambiar a la persona, modelar su conducta, curar a las personas con diversidad funcional para que estas no parezcan que tienen ninguna discapacidad o quede camuflada a fin de poderlas integrar a la sociedad.

Pero esta manera de ver la discapacidad a implicado en muchos casos la institucionalización de las personas con diversidades funcionales y a la vez su marginación. Por ello este modelo a sido muy criticado porqué ha dado lugar a la estigmatización de las personas con discapacidad.

A pesar de las críticas en el momento que surge es un cambio total del pensamiento y existen dos aspectos por los cuales el modelo médico debe ser valorado.

Primero, cabe destacar que con el paradigma de rehabilitación emerge la posibilidad del trabajo protegido, pues los Estados comienzan a hacerse cargo de aquellos ciudadanos que poseen diversidades funcionales. Surgen así políticas públicas tendientes a poner los tratamientos médicos y los medios técnicos al servicio de las personas con discapacidad.

Esto deriva en una segunda consecuencia: aunque supeditada a la rehabilitación, la vida del discapacitado adquiere sentido. Con todo, una revisión de la bibliografía relativa a este modelo revela que, más allá de los avances introducidos durante la primera mitad del siglo XX, parece imponerse la postura de que el paradigma de la rehabilitación sustituye la caridad medieval por la beneficencia estatal.

Parte de la información de los contenidos es extraída de la REVISTA EMPRESA Y HUMANISMO / VOL XV / Nº 1 / 2012 / 115-136

EL MODELO SOCIAL DE LA DIVERSIDAD FUNCIONAL
Lo que hoy se conoce como el modelo social de la diversidad funcional tiene sus orígenes en el Movimiento de Vida Independiente, que nació en Estados Unidos a finales de los años 60 del siglo pasado, en la Universidad de Berkeley, California. (

en el día en
que Ed Roberts, un alumno con discapacidad severa, ingresó en la universidad de Berkeley, California, para estudiar Ciencias Políticas. Derribando barreras arquitectónicas y sociales, Roberts abrió el camino a otros discapacitados, que fueron organizándose para ingresar en la universidad y vivir en el
campus universitario, plenamente insertos en el mundo estudiantil. A partir del examen del movimiento feminista, Roberts advirtió que los discapacitados, al igual que las mujeres en su intento de reivindicación social, rechazaban terminantemente que se los definiera por sus características físicas. En consecuencia, se dedicó a difundir la idea de que la independencia no está dada por la capacidad de ser autónomo en los quehaceres cotidianos, sino por la de dirigir el destino de la propia vida)

Si bien este movimiento tiene una firme carga de lucha por los derechos civiles, en él, con la voz de las propias personas discriminadas o su diversidad funcional, se establecieron cambios radicales desde el punto de vista moral para aproximarse a esta realidad humana

Desde el paradigma social, se concibe a la persona con discapacidad desde un enfoque biopsicosocial y de derechos humanos, lo que apunta a mirar más allá de la deficiencia y aspira a una participación real y efectiva de esta población en todas las esferas de la vida en la sociedad.

Dentro de este paradigma, se defiende el derecho de las personas con discapacidad a establecer relaciones interpersonales y de convertirse en personas social y económicamente activas

(Padilla-Muñoz, 2010).
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